El ser humano a lo largo de su vida pasa por 2 denticiones; la decidua (temporal o de leche) y la permanente (definitiva).

La dentición decidua consta de 20 dientes, cinco por cuadrante: 2 incisivos, 1 canino y  2 molares

Por su parte, la dentición definitiva consta de 32 dientes, ocho por cuadrante: 2 incisivos, 1 canino, 2 premolares y 3 molares  (en los molares se incluye el tercer molar  o muela del juicio, que puede no llegar a erupcionar o incluso no existir).

Normalmente, los dientes de leche comienzan a erupcionar sobre los 6-8 meses de edad (los primeros suelen ser los incisivos inferiores),  y se completa el proceso  en torno a los 2-3 años de edad en que erupcionan los segundos molares. Estos dientes pueden empezar a perderse  a los 6-7 años, debido a la erupción de los  dientes permanentes, terminando todo el recambio sobre los 12-13 años cuando erupcionan los segundos molares. Los terceros molares o muelas del juicio pueden erupcionar a partir de los 18 años aunque, como se indicaba anteriormente, pueden no llegar a erupcionar nunca o no existir.

Sin embargo, pueden existir ciertas alteraciones que debemos tener en cuenta. Estas son algunas de las más frecuentes:

  • Dientes connatales (el bebé nace con el diente) o neonatales (erupcionan durante el primer mes): pueden provocar problemas en la succión o tener excesiva movilidad. En este último caso, existe el riesgo de aspiración del diente si se suelta, por lo que es recomendable extraerlo antes de que ocurra.

 

  • Dientes supernumerarios: son dientes que erupcionan en número excesivo y no forman parte de la dentición temporal o permanente. Suelen extraerse para evitar complicaciones por los problemas que puedan originar, como maloclusión.

 

  • Hipodoncia o agenesia dentaria: ausencia congénita de algún diente. La agenesia más frecuente suele ser de alguno de los terceros molares, seguida de incisivos laterales superiores y segundos premolares. Se denomina oligodoncia cuando faltan de forma congénita más de 6 dientes.

 

  • Microdoncia: se trata de dientes que tienen un tamaño disminuido respecto al que deberían tener. Pueden combinarse con agenesias del diente contralateral.

 

  • Dientes ectópicos: es aquel diente que se desarrolla fuera de su posición natural. Ocurre con más frecuencia en los primeros molares permanentes superiores y los caninos. Puede provocar problemas como el retraso eruptivo de otros dientes y disminución de la longitud de la arcada, por lo que en caso de no corregirse por sí solos, deberán tratarse en la clínica.

 

  • Anquilosis alveolodentaria: anomalía en la que se produce la fusión anatómica entre el cemento radicular y el hueso alveolar con desaparición del espacio periodontal, incluyendo el ligamento. El diente queda directamente unido al hueso alveolar. Esto tiene como consecuencia un bloqueo de la erupción temporal (también puede afectar a la permanente), diferencia de altura entre el diente anquilosado y el resto (que sí que siguen creciendo) y problemas de oclusión. Puede ser necesario extraer el diente afectado y colocar un mantenedor de espacio para evitar que afecte al crecimiento y posición de los dientes vecinos.

 

  • Amelogénesis imperfecta: provoca una malformación del esmalte, formándose uno más fino de lo habitual e hipomineralizado. Esto provoca que el color sea diferente (amarillo, marrón o gris) y que sean más propensos a tener caries e hipersensibilidad dental. El tratamiento puede implicar el cubrimiento del esmalte mediante composites para evitar las complicaciones.

 

  • Dientes de tiburón: situación en la que los dientes permanentes comienzan a erupcionar detrás de los temporales sin que estos caigan. Ocurre porque la raíz del diente temporal no se ha reabsorbido, el diente de leche no cae y el permanente erupciona justo detrás del temporal. Lo normal es que los dientes temporales acaban cayéndose, pero si no sucede tendrá que extraerse para asegurar la correcta posición del diente permanente.

Para poder descartar cualquier problema, es recomendable acudir al odontopediatra tras la erupción del primer diente y controlar la evolución del mismo.